El Sacamantecas, el asesino en serie vitoriano, sus seis crímenes
Se han cumplido 148 años del primero de los seis crueles asesinatos más conocidos del famoso Sacamantecas. El Jack el Destripador alavés
El Sacamantecas, el asesino en serie vitoriano. Aunque quizás debería haberse llamado al inglés el “Sacamantecas londinense”. Fue el vasco el que causó primeramente el terror, 18 años antes que el inglés.
Desde luego los dos cometieron espantosos y terribles homicidios en el último cuarto del siglo XIX. Nacido en Eguílaz (San Millán) en 1821, fue el asesino en serie más sanguinario de la Llanada. Llevado a la literatura en algunas ocasiones. Pío Baroja lo menciona en la novela “La familia de Errobato”, donde narra el traslado del Sacamantecas para ser juzgado en Vitoria.
Fue Jack el destripador el más mediático, pero el vitoriano no le fue a la zaga en crueldad. Tiene seis horribles crímenes a sus espaldas en menos de una década. Desde 1870 a 1879. Un 2 de Abril de 1870 fue cuando empezó sus fechorías y fue apresado en Septiembre de 1879. Ahí fue cuando fue apresado tras sus dos últimos y salvajes asesinatos. En la prisión del Polvorín Viejo de Vitoria, fue ajusticiado en 1881.
Aquí os contamos sus principales fechorías.
Primer crimen
El 2 de Abril de 1870, al caer la tarde, dirigiéndose hacia el Polvorín por la carretera de Navarra adelante, un hombre de aspecto pobre. De unos 50 años. Y una mujer, aún joven, baja, gruesa y de forma modesta vestida.
El era un labrador de apellido Garayo
Y ella conocida en la ciudad entre la gente de cierto género de vida. Habían convenido ambos salir a charlar un rato en las afueras.
Avanzando por la carretera siguieron el curso arriba del arroyo, llamado Recachiqui que corre por la cuenta que forman los altos de Judizmendi y Santa Lucia (ahora fluye entubado bajo la calle Jacinto Benavente).
A bastante distancia de la carretera se sentaron en una hondonada de la orilla
Allí permanecieron un rato en amable compañía. Después Garayo sacó tres reales del bolsillo y se los entregó a la joven, la cual al verlos empezó a increparle. Le parecía poco. Esto dio lugar a una disputa. El labrador le ofreció un real, pero ella quería cinco. A raíz de esto se sucedió una discusión y entonces Garyo, arrojándose sobre la joven, la derribó en tierra, la sujetó fuertemente. Así impidió que gritara. Le oprimió la garganta con las manos hasta dejarla medio estrangulada y para acabarla de rematar sumergió su cabeza en un pequeño remanso de agua del arroyo y sujetándola con las manos y sosteniéndola en tal posición con una rodilla sobre las espaldas, hasta que observó que había muerto. Furioso, Garayo, la desnudó después de todas sus ropas, la extendió boca arriba sobre el arroyo. Durante algún tiempo la contempló. Arrojó después los vestidos sobre ella y huyó hacía la ciudad.
A la mañana siguiente un criado de una casa Vitoria, encontró espantado, el cadáver, medio sumergido en el agua. Dio parte a las autoridades. Y se identificó el cadáver de la mujer. Su marido cumplía entonces una condena en la cárcel. Nada se descubrió al respecto y se archivó el caso.
Segundo crimen, en Arana
No había transcurrido un año. El 12 de Marzo de 1871, antes del anochecer, el Sacamantecas mantuvo una conversación en Portal del Rey, con una viuda sin hijos. Algo mayor que la primera víctima, pero también pobremente vestida, vivía ganando unos humildes jornales e implorando caridad en otros momentos. Garayo le propuso un paseo por el campo y ella le dijo que no había comido en todo el día por lo que él le dio un real y le indicó que le esperaba en la carretera de Navarra.
Se tomó un vaso de vino, comió un poco de pan y la viuda se reunió con Garayo. Juntos caminaron hasta el Polvorín Viejo, para llegar después al de Arana a cuatrocientos metros del lugar del primer crimen. Otra discusión por la cuantía económica volvió a desembocar en el mismo resultado. Garayo se avalanzó sobre la mujer, la derribó y estranguló. Cuando se convenció de que estaba muerta, se dirigió, ya de noche, hacia la ciudad, entró en su casa y se acostó.
Tercer crimen, la niña de Gamarra
La impunidad de los dos anteriores crímenes debió alentar al espíritu del Sacamantecas a proseguir. Un 21 de agosto de 1872, a primera hora de la tarde, se dirigía por la carretera de Ochandiano hacia Gamarra Mayor. Los labradores de la zona se habían retirado a comer. No se veía a nadie en los alrededores. Caminando, Garayo se cruzó entre Gamarra y Vitoria, con una “robusta y agraciada joven,”, una niña de 13 años.
Fue verla y sentir el criminal encendidos sus infames deseos. Al pasar inmediato a ella, sin decirle una palabra, le echo la mano izquierda al cuello, la arrastró fuera de la carretera, la asfixió y abusó sexualmente de ella. La niña era una criada de Gamarra, envíada por sus amos a hacer u nos encargos a Vitoria.
Por los lugares, jamás las jóvenes vitorianas habían corrido peligro. Quiso la suerte de la desventurada joven que cayera en brazos de un monstruo insaciable.
Antes del cuarto, pánico en Vitoria
Ya este crimen causó espanto e indignación en Vitoria. Las aldeas próximas también empezaron a temblar. El terror empezó a cundir por la comarca. Ni los padres ni los esposos permitieron que las mujeres se alejaran de los pueblos sin ir con una compañía de fiar.
Ocho días después del crimen de la niña de Gamarra, cuando todavía la policía trabajaba en descubrir al asesino, otro nuevo crimen se cometió en la ciudad.
Garayo, un 29 de agostó salió de nuevo de su casa al anochecer
A los pocos pasos encontró a una muchacha de 23 años. Sabía de ella que era de mala conducta y costumbres. Se paró ante ella, le manifestó sus deseos, convino con la chica y se adelantó por el portal de Barreras por la carretera de Rioja. La seguía de lejos Garayo. Este método es el que practicaba para evitar ser descubierto. En el cruce de la Zumaquera se reunieron, avanzando por él hasta el puente que hay sobre un riachuelo que atravesaba dicho camino.
Otra discusión monetaria terminó en reyerta y tras estrangularla le clavó una horquilla, que ella misma llevaba en el corazón.
Otra vez nadie sospechó de él. Todo lo contrario, algunas sospechas recayeron tras este crimen sobre un soldado.
Este nuevo crimen hizo crecer la alarma social y sobrepasó los límites provinciales. Las inmediaciones de la ciudad y de las aldeas se despoblaban en cuanto avanzaba la tarde, tomando completas precauciones.
Dos intentos fallidos
Muy cauteloso, Garayo, dejó transcurrir un año desde el crimen de la Zumaquera.
Otra tarde de Agosto de 1873, condujo a las inmediaciones del Polvorín a una joven de mala vida, con la que pasó algún rato. De nuevo la misma escena. De carácter económico. Así volvió a entablar la misma lucha. La muchacha pudo gritar mientras él la agarraba por el cuello. Los gritos alertaron a algunos soldados de la guardia del Polvorín, ante cuya presencia, Garayo emprendió la fuga.
Un año después en junio de 1874, el criminal caminaba sólo por el camino de la Zumaquera, cuando encontró una mujer anciana y enferma. Al aproximarse a ella, sin dirigirle una palabra, le echó la mano al cuello, intentó derribarla, pero resistente la mujer empezó a defenderse a voces, lo cual alertó a otras dos mujeres que ahuyentaron a Garayo.
En 1876, Juan Díaz de Garayo enviudó de su tercera esposa cuya muerte quedó “envuelta en misterio”. Un mes más tarde volvió a contraer matrimonio con una “pobre viuda de avanzada edad”.
El quinto y el sexto , ¿fueron imitadores?
Durante dos años no hubo crímenes de este tipo en Vitoria. El 2 de Enero de 1878 se descubrió otro “tan horrible y más sangriento que los anteriores”. Fue en el camino entre Mendiola y Castillo. El cuerpo sin vida de una mujer de 55 años fue encontrado tras haber sido asesinada y mutilada. Esta infeliz mujer, madre de familia, había ido a Arechavaleta a comprar y a la vuelta, en el camino de Mendiola, cerca del anochecer fue asaltada por el criminal o criminales. Garayo, durante pos posteriores procesos judiciales negó constantemente este crimen.
De nuevo, la alarma se desató en la provincia
Y la fantasía de sus gentes, al conocer los detalles, bautizaron al presunto autor de los crímenes del campo de Vitoria, como El Sacamantecas, monstruo que asesinaba a niños y mujeres para sacarles las mantecas.
Dos meses después, el 28 de febrero, en una concurrida pero retirada calle de Vitoria, y no de muy buen fama, se cometió otro espantoso crimen de idénticas formas que el anterior, pero más infame si cabe.
Fue a una niña de 11 años, que se hallaba en su casa
Cuando llamó a la puerta un hombre viejo que pregunto si había en la casa algún cuarto vacío. La agarró del cuello y tras abusar de ella le causó varias heridas mortales en el vientre. Murió de ello, pocos días después en el hospital.
La descripción que una vecina aportó, diciendo que vio a un viejo en las inmediaciones de la vivienda fue clave para apresarlo y llevarlo ante la niña quien lo reconoció. El viejo, de 75 años fue condenado a pena de muerte en Vitoria en 1880.
Pero en aquel tiempo apreció el cadáver de otra jven que había sido víctiva de infames ultrajes. Se sospecho de un pastor de la comarca.
Es por ello que los historiadores creen que el Sacamantecas tuvo sin duda imitadores
Se cree que entre 1874 y 1878 Garayo no actuó, hasta que un 1 de Noviembre de 1878, cuando en un molino cercano a Vitoria se intentó estrangular a su molinera, cuando se encontraba sola.
Sin embargo, ésta pudo escapar y dar parte a las autoridades. Así Garayo fue apresado y cumplió dos meses de prisión por el último ataque, sin que sospechasen entonces de que fuera el autor de los otros crímenes.
Pero poco después también intentó matar a una mendiga anciana en la carretera de Castilla, entre Gomecha y Ariñez.
La joven de Zaitegui y la labradora de Nafarrete
Su siguiente víctima fue una joven soltera de 25 años, de Zaitegui, que se encontró en la carretera entre Murguía y Vitoria. Le causó graves heridas en el pecho y vientre, después de caminar juntos durante un tramo. En este trecho, un muchacho, peatón, se fijó en ellos y dos vecinos de pueblos próximos se encontraron con Garayo y charlaron con él, antes de que pasara bajo “los puentes de Arriaga inmediatos al río Zadorra”.
Tras vagar por la zona durante la mañana siguiente, una pobre anciana cayó en las garras de Garayo, en un sendero que desde la carretera de Araca pasa por los caseríos de Araca. Garayo terminó por abrir de arriba abajo a esta labradora de 52 años, vecina de Nafarrate, entre otras atrocidades.
Al día siguiente, el Juzgado de Vitoria tuvo conocimiento de los asesinatos de Zaitegui y Araca, lo que elevó el caso de El Sacamantecas a las provincias inmediatas, en España entera y se transmitió al resto del mundo
Las pocas personas que le vieron los días de los hechos fueron interrogadas y las autoridades concluyeron que los datos coincidían con las del aldeano, Juan Garayo, que ya había sido encarcelado por el ataque a la molinera, por lo que ordenaron su búsqueda y captura.
El 21 de Septiembre fue apresado y conducido a la cárcel donde acabó por confesar seis asesinatos y cuatro tentativas.
El 11 de Mayo de 1881, el Sacamantecas era ejecutado en público, a garrote vil, en el Polvorín ante la expectación de todo un pueblo que había sido atemorizado durante una larga década.
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