Beethoven y su secreto con Vitoria

Beethoven y su secreto con Vitoria

Así se gestó la música del ‘gran’ Beethoven para Vitoria-Gasteiz

Allá por el 1813, un 21 de Junio, en la Llanada Alavesa tuvo lugar el choque militar internacionalmente más importante que ha acontecido en tierras vascas. Así, a groso modo, la Batalla de Vitoria dio el carpetazo definitivo al frente peninsular, colocando a los aliados a un paso del territorio galo y por unos meses tuvo el privilegio de ser la más festejada de todas las batallas habidas contra Napoleón Bonaparte.

Viena, Londres, Berlín y Moscú celebraron la victoria del Duque de Wellington en nuestro suelo. Organizaron grandes bailes y espectaculares fuegos artificiales.

La alegría y el regocijo se adueñaron de las cortes europeas, ya asfixiadas por el poder de Napoleón, cuyas tropas estaban siendo barridas de Rusia y también de la Península Ibérica, lo que dio bríos a la Sexta Coalición.

Pero al margen de su indudable trascendencia local, la batalla de Vitoria resulta decisiva en la historia bélica de las Guerras Napoleónicas, de Europa, y por extensión del mundo.

Fue la batalla de las batallas, pero el resplandor de la misma fue muy pronto solapado por el de otras batallas, más celebradas, si cabe, por haber resultado determinantes en la caída del Imperio Francés y haber acontecido en el corazón de la Europa continental, lejos del escenario peninsular, y algo marginal por la posición periférica y el poco valor político internacional de España y Portugal, los dos reinos que por entonces lo conformaban políticamente.

La batalla de Waterloo, que liquidó definitivamente el intento de la segunda intentona imperial de Napoleón, se llevó los laureles más frescos.

Pero los inicios del derrumbamiento del imperio napoleónico en dos extremos de Europa, Vitoria y Moscú, nunca se olvidaron.

El grande Ludwig van Beethoven redactó una apresurada partitura titulada “Sinfonía de batalla sobre la victoria de Wellington en Vitoria”, fue registrada como Opus 91 y cuya composición no le llevó demasiado tiempo: la empezó en julio de 1813 y a primeros de octubre se encontraba totalmente compuesta.

La idea de crear una melodía visual que lograra hacer evocar la batalla a los espectadores partió de una peculiar personalidad de la corte, Johan NepomukMälzel.

Este hombre, de origen checo, era el creador de un instrumento musical denominado panarmonicón, capaz de suplir a una orquesta entera y aprovechando su amistad con Beethoven, Mälzel le propuso la idea de elaborar un tema que glorificara la victoria británica y que fuera fácilmente asimilable por el público y pidió a Beethoven que escribiera dicha partitura para panarmonición, de esta manera lograba promocionar su artefacto musical.

Beethoven tan solo redacto así la primera parte de su sinfonía. La segunda parte la compuso para una orquesta convencional.

La Victoria de Wellington, Batalla de Vitoria o Gran Sinfonía Guerrera, también conocida así la composición, se estrenó en un acto benéfico a favor de los soldados heridos en la batalla de Hanau. Fue un 8 de Diciembre de 1813 en la Gran Sala de la Redoute de la Universidad de Viena.

Para darle más énfasis a la composición, la melodía fue teatralizada por una serie de actores vestidos de soldados, unos británicos y otros franceses, cuyos movimientos fueron rápidamente identificados por los oyentes, ya que Beethoven había asignado a cada bando, diferentes y características melodías dentro de su sinfonía: Rule Britannia y God save the King, solemnes y muy representativas, que simbolizaban las fuerzas de Su Majestad, mientras que las del emperador Bonaparte tuvieron que conformarse con un no tan digno Mambrú se fue a la guerra, lo que daba buena cuenta de cuál era la preferencia del compositor.

Las aclamaciones que obtuvo al final del concierto fueron tales, que tuvo que repetirse el  12 de diciembre, el  2 de enero, el  27 de febrero y el 25 de marzo. La Batalla de Vitoria aportó a Beethoven reconocimiento, fama y dinero, produciéndose la irónica situación de que la composición que le dio a conocer verdaderamente a nivel mundial fue una obra facilona, de interés comercial, de la que poco tiempo después terminaría por renegar.

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